domingo, 31 de julio de 2011

FERNANDEZ MALLO/ EUREKA AYER CONOCI A MI DESCUBRIMIENTO DE LOS ULTIMOS MESES



No hubo decepción ni desperdicio en la presentación de Agustín Fernandez Mallo. Me sentí completamente en la misma frecuencia con este autor híper creativo, a sabiendas de que él no tendría porque sentir igual.

Cada palabra que salía de su boca me era tan familiar. Cada experimento me parecía conocido y siendo totalmente sincera, algunos hasta los había experimentado yo con timidez. Claro, sin la constancia y el fundamento como para llevarlos al éxito con que él, sostenido en su enorme talento y en las armas de comunicación extraordinarias de estos tiempos, ha conseguido con su obra frankenstein.

Es un lector incansable de la realidad. Se vale de todas las herramientas de la modernidad, para sus lecturas macro y micro cósmicas y entrega luego los resultados, trenzados con hilos transparentes, que ponen bajo control objetos y situaciones dispersas. El agobiante mundo de la sobre información, pasa por sus coladores y nos llega con una sensación de calma. Es como si convirtiera el caos en apacible lago.

Le he seguido algunos pasos y me ha trastrocado la idea de que la literatura no puede cambiar el mundo. Creo que una literatura sin la angustia que mostraban en su obra, las últimas generaciones, nos puede hacer mucho bien. La obra de Fernandez Mallo parece advertirnos: Esto es lo que hay por ahora en el menú del orbe. Es posible disfrutarlo y usarlo para nuestro placer, para saciar nuestra hambre de espacio y sed de cielo.

El Hacedor  (de Borges) Remake, es una guirnalda florecida de felices aciertos. Me ha hecho pensar que Borges a pesar de su ceguera, no cometió el pecado de la infelicidad. No es angustia la que nos hereda. Si no, leamos a su reciclador que de alguna manera atrapo su espíritu. Como si el hecho de nombrar  las cosas, los mantuviera en total
armonía con el paisaje, los acontecimientos inmediatos, el pasado, los sueños y las formas, que tejen y destejen esta vida.

La frescura de Fernadez Mallo, hace sonreír y hasta reír a carcajadas .La carcajada que provoca la buena literatura. Quien no, ante la alucinante traducción de Blind Pew a través de google, o ante su Recorrido Por Los Monumentos de Passaic, donde a partir de los antecedentes de la celebre caminata de Robert Smithson(busquen en google si tienen dudas) emprende su propia caminata por Nueva York y comparte con el lector desde el aburridísimo momento de bajar mapas de su i Mac, alistar su equipaje del día, léase  teléfono Nokia N85, botella de agua, incluso calzoncillos  estampados con pequeñas piscinas y casi sin darnos cuenta, nos lleva a contemplar tuberías y materiales de construcción? uf! misteriosas delicias urbanas . De pronto saltan sus destellos pos poéticos que nos dejan con el ceño fruncido y las circunvoluciones del cerebro en formas de signos de admiración, por ejemplo ante el sorprendente Arrepentimiento de Heráclito, como lo hizo llegar hasta ahí? Y qué decir de la Parabola de Cervantes y Quijote, de Paraiso XXXI o de la Trama, de impresionantes giros   “Y  muy antiguo y muy moderno, audaz, cosmopolita “.

Siempre me ha parecido que El Hacedor de Borges es una suerte de Alefh de su propia obra, desde ese pequeño libro nos podemos asomar a la inmensidad de su universo literario y el Hacedor (de Borges) Remake, vendría hacer el Alefh, desde donde observamos el laberinto cotidiano, de una nueva generación. Este pequeño libro, es una ventana abierta al infinito espacio de la modernidad. Al horizonte cibernético.  A las llamadas tecnologías de la información y la comunicación, que son las que hoy por hoy hacen posible que abarquemos el mundo en la palma de la mano.

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