viernes, 30 de septiembre de 2011

HISTORIA DE NUNCA ACABAR



                       HISTORIA DE NUNCA ACABAR

No paraba de bailar. Las ideas salían de su cabeza y brincaban encima del sofá. Estaba sola con la música de todos sus consentidos, mezclada en una sola nota nocturna.  El perro amodorrado sobre la alfombra de dudosa calidad. Era viernes y el mundo se encontraba ajeno a los poderes de todo tipo de seducción, que se alejara de los placeres relacionados con la carne.  Había neuronas hambrientas y sueltas en el ozono. La injusticia social. Los vericuetos de la amistad. La pureza de las palabras. La conservación urgente de las reflexiones lucidas. Algo sobre la locura sostenida con ecuanimidad. Las dosis adecuadas de la risa. La agonía de las amapolas. El correcto sostén de una caricia en día neutro. Todo flotaba como motas de algodón en estación.

En fin todas esas vágatelas que insisten en taladrar el ocio de un viernes de renuncia particular a los árboles de navidad,  luces y juguetes imaginarios.De renuncia a la subasta posible de conciencias y voluntades.

Afortunadamente una zona desconocida la esperaba, para dejarse proteger de la rutina. 

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