Hastiada de la dictadura en que termino convirtiéndose el Sandinismo de los 80s. Cansada de su discriminación absoluta hacia los ajenos al poder, a su ideologÃa y a sus marañas polÃticas; parte de mi generación se autoexilia hacia dentro de sà misma.
Yo me volqué, me tire de cabeza a mis entrañas y decidà que ese era el único territorio libre o morir. Luego, me ha costado mucho salir de esos parajes llenos de cráteres y abismos, donde el único faro que nos mantiene en dÃa laboral permanente, asà sea domingo, como dice el poema de Wislawa Szymborska, es el corazón.
Dentro del misterioso organismo humano, uno puede echar raÃces en la bilis y enrollarse con su mismo ombligo.Cuesta mucho desenredar las viseras que traicioneras, se enmarañan en las pupilas y nos dejan un poco ciegos para ver el pleno sol. El mundo. La comunidad. La bondad. La vida más allá de la extorción de nuestra absoluta y merecida libertad.
En esos casos, aferrarse a la patria del lenguaje, de la poesÃa y de la fe, puede ser la única tabla de salvación.
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