Después de muchos años, regrese a Matagalpa por insistencia de una de mis mejores amigas. Afortunadamente no me permitio la opcion de decir no. Fui digamos casi buscando una segunda Hony mountain con mi marido , el asunto es que la vegetación era tan pero tan seductora, que caà en la promiscuidad. Sucumbà en la tentación y en el enamoramiento. QuerÃa acariciar a las montañas. Los pinos me tenÃan atontada. Los helechos, las orquÃdeas salvajes plantadas caprichosamente en los arbustos. QuerÃa abrazar los cerros, traerme las montañas a casa , untarme el verdor , no querÃa despedirme, era enamoramiento total , de aquellos como cuando cantaban reloj no marques las horas. Fue tremendo abandonar ese regalo de Dios . Ya van a dar las dos de la mañana les contare después y con mejor ritmo y letra.
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