Siempre me han caído mal los protectores de voltaje que por iniciativa de mi marido, especilamente prevenido, abundan en todos los rincones y habitaciones de mi casa. Me molestan porque sus lucecitas impertinentes , sumadas al resto de los aparatos tecnológicos de un hogar moderno, perturban la completa obscuridad que merece una buena noche de sueño. Dos normas inquebrantables exijo para mi sueño: oscuridad y silencio.
Sin embargo hoy, mis simpatías están a favor de los heroicos protectores de voltaje que ofrendaron su vida para salvar mi flamante televisor plasma, aun teniendo que expirar incinerados.
Quien me lo iba a decir.
Porque no habrán inventado aun , protectores de voltaje para humanos. A mí se me sube tanto, que un día de estos me encontraran hecha cenizas, no más salir y toparme con las venas abiertas de Managua contaminadas de mega rotulos con la imagen del recién nacido prócer de nuestra dependencia. Nuestro salvador cristiano , socialista y solidario , promotor de infartos y disgustos cotidianos.
Enviado desde mi dispositivo de bolsillo inalámbrico BlackBerry®
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